Al inicio de nuestro ministerio pastoral en la Iglesia y en la Orden, queremos recordar ante todo el famoso sueño que nuestros Capitulares quisieron establecer como prioridades durante este sexenio:

«llegar a ser cada vez más «la Casa de la Santísima Trinidad» donde la Familia crece en unidad e identidad, sin complejos, comprometiéndose con alegría y fuerza en la misión redentora».

¿Cómo podemos realizar este proyecto en nuestra misión redentora de hoy según el espíritu de la Orden? Ante todo, nuestra legislación prevé la posibilidad de aplicar de diversos modos nuestro carisma: «Nuestra Orden está disponible para la múltiple obra de apostolado y para las diversas iniciativas de la función pastoral de la Iglesia» (const. 72).

Históricamente, nuestra Orden nació en la Iglesia y ofrece el servicio a la Iglesia a través de las diversas obras apostólicas conformes al propio carisma.

Por definición, el apostolado es la obra o la ocupación específica del apóstol; de alguien que sigue los pasos de los apóstoles en la Iglesia, precisamente actuando como ellos y por eso según los objetivos para los cuales ellos mismos fueron constituidos en la Iglesia por Jesús: para evangelizar.

El modelo perfecto para nosotros los trinitarios en la obra de la evangelización es Jesús. Nosotros seguimos sus huellas. Por eso, el Trinitario participa en el amor misericordioso redentor de Dios Uno y Trino por medio de la «Caridad Redentora», que es el alma de todo el apostolado de la Orden. Hoy, la Orden puede encarnar su misión apostólica a través de una pluralidad de obras. Las diversas jurisdicciones, considerando las condiciones de los lugares y teniendo presentes las normas de la Orden y de las Iglesias locales, definen cómo debe ejercerse dicho apostolado (cf. const. 70).